MICRORELATO (TAREA N° 19)

 En la isla todo parecía tranquilo, y entre tanta tranquilidad parecía ser que mi corazón no llegaba a sentirla, los latidos aceleraban a velocidad de años luz, y entre tanto calor, se reflejaban los rayos del sol en la piel, sin embargo, sentí un frío desde los dedos de los pies hasta la cabeza. Un extraño sentimiento me puso la piel de gallina, y con el sonido de las olas del mar de fondo, pude sentir la profundidad con la que sus dedos penetraban mi pecho, no sé si quería quitarme el corazón, pero en ese instante el tiempo se paró, creo que el universo entero a su vez, menos el funcionamiento de esa pequeña isla, que era como el paraíso, y esa escasa chica frente a mi que por muy cerca que estuviera no alcazaba a verle el rostro, solo el abundante color negro que salía de cada poro de su cuerpo.  Mientras esa pequeña niña se aproximaba lentamente con su mano a lo profundo de mi pecho, su estatura aumentaba cada vez más al mismo ritmo que ella iba tocando con delicadeza mi alma.

Da mucho miedo que una persona se llene de tanto ego como para crecer tocando tu corazón, alimentándose de tu alma, claramente desde las malas intenciones, ya que mientras aquella niña crecía, yo a su vez me sentía más pequeño, mi alma se quedaba tan diminuta como su principal estatura antes de cruzarme en su camino, absorbió cada milímetro de mi sangre, esa que bombeaba mi interior, y ahora no siento mis latidos.





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